Adiós a la enseñanza de valores, bienvenido el Desarrollo del Juicio Moral en la Educación Superior

Adiós a la enseñanza de valores, bienvenido el Desarrollo del Juicio Moral en la Educación Superior

Temístocles Muñoz López

http://www2.uadec.mx/pub/interactivo/gacetanoviembre2014/index.html#/68
En la sorda turbulencia del cambio epocal hacia la posmodernidad, dentro del catálogo del humanismo occidental se han ido agotando, palideciendo, decayendo lentamente tanto las instituciones tradicionales, como los conceptos seculares de lo bueno, lo justo y lo bello, ante la primacía del yo con la ausencia de límites sociales al comportamiento, y por la exacerbación de la tolerancia (laissez faire, laissez passer).

El recrudecimiento de la violencia, la desconfianza en las instituciones tradicionales, el cambio de la perspectiva valoral de las personas, así como la difusión de una cultura (valores) globalizada que contrasta amenazante a las locales, son síntomas ineludibles del cambio social.

Los grandes paradigmas sociales de la modernidad como la familia, la iglesia, la política, los políticos, los gobiernos, los maestros y la escuela entre otros, también se han vaciado lentamente del contenido añejo y dejan el paso a lo posmoderno en el nuevo odre de la tecnología.

En la Nueva Educación, con una clara orientación ya explícita en su ruta Centrada en el Desarrollo del Estudiante y sus Procesos de Aprendizaje, también han cambiado las instituciones, los docentes, los programas, los métodos, las técnicas y las estrategias educativas.

El vacío notable de los paradigmas morales en la sociedad y las nuevas tendencias educativas, en la formación ética y en los valores, es uno de los tópicos más relevantes para la sociedad actual. En efecto, erróneamente se ha enfocado el problema como carencia de valores, aunque quien así lo manifiesta no ha podido percibir con sus viejos lentes que si hay valores, pero que son otros y con otras jerarquías.

En el comportamiento social inadecuado subyacen, de acuerdo a los estudios, serios déficits en el desarrollo moral de las personas involucradas en delitos. Pero las intenciones de mejorar la formación y el desarrollo armónico e integral de los estudiantes en todos los niveles, hacen necesarias acciones que van más allá, que rebasan la clásica “enseñanza de valores”. El hecho de que uno enseñe no es garantía de que el otro aprenda; así, tomar un curso de ética no es garantía de que al final uno sea bueno y justo, valores cúspide en Power, Higgins, y Kohlberg (1989) y Kohlberg y Turiel (1971), o uno de lógica tampoco lo es, de que uno aprenda a pensar formalmente bien. El quid no está en la enseñanza sino anteponer la formación del Ser Humano en las prioridades escolares.

Platón  y Aristóteles


Afortunadamente hay educadores que perciben el problema, y por primera vez en la historia de nuestro país, aún antes que en la educación superior, en el Acuerdo 592 por el que se establece la articulación de la Educación Básica de México, se reconoce en su página 32 éste concepto por demás actual que abandona la visión de la “enseñanza de valores”, e incorpora en la misma perspectiva formativa los espacios curriculares que atienden éste nuestro tema del desarrollo del juicio moral, con el cuidado de la salud y la integración de la corporeidad. El propio Acuerdo textualmente reconoce que en conjunto, estos espacios favorecen el trabajo colaborativo como sustento de la confianza comunitaria para el siglo XXI.

No es tema reciente y menos exclusivo de las buenas intenciones, desde fines del siglo XX ha crecido la preocupación por los valores profesionales en la escuela y la sociedad; el reporte SCANS (Secretary's Commission on Achieving Necessary Skills, 1991) y en la Crítica Huitt (1997) se enfatizan los valores para la edad de la información; las demandas éticas y morales de las empresas se elucidan en Arnaz (2001) y Stephen R. Covey, (1999); Donaldson, T. y Gini, A. (1999) refieren los valores corporativos; las virtudes importantes en los negocios los estudia Maitland (1997), y la relación de los valores con la formación de competencias para la vida son tratados por Rychen y Hersh Salganik (2001 y 2004) y la OECD (2005).

Las tendencias escolares recientes, aún en educación superior de muchos lugares del país, tienden ya a la aplicación de métodos como el de Dilemas Morales o el de Clarificación de Valores para promover del desarrollo y la maduración a plenitud del Juicio Moral de los estudiantes (Jean Piaget, Leonard Kohlberg e Irwin Berkowitz), y sus avances son evaluados por cuestionarios como el DIT de Rest, un instrumento estandarizado para tal fin. El que suscribe cuenta con una muy amplia y variada base de datos y publicaciones sobre el tema con dicho instrumento y otros elaborados exprofeso desde 2003.

Pero el tránsito al abandono del discurso de la enseñanza de valores para promover como alternativa el desarrollo del juicio moral, hace necesario habilitar a los docentes en el diseño de dilemas morales adecuados a cada uno de los cursos que se imparten, así como en el desarrollo y conducción de sesiones transversales donde se den las discusiones transactivas entre los estudiantes.

Es necesario repensar críticamente el modelo de “enseñanza de valores” propios de un adoctrinamiento secular con perspectivas deontológicas, y a las instituciones que han sido las responsables de predicar, ejemplificar y regular los comportamientos sociales, para volver al Ser cuyos principios caracterizan “la humanidad” de nuestra especie. La educación superior estará, sin duda, limitada, constreñida, acotada, si no incluye el desarrollo moral dentro de sus modelos académicos de manera significativa y explícita.

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